Es muy difícil perdonar, aunque es algo que tenemos que aprender a hacer. Aun, tenemos toda excusa para no perdonar. Nos decimos que la otra persona no merece nuestro perdón, o que ni siquiera nos han pedido perdón. Nos decimos que no estamos listos para perdonarlos y que eventualmente nos esforzaremos en perdonarlos.
Y todo este tiempo, cargamos en nuestro corazón un coraje. Cargamos en nuestro corazón un rencor. Cargamos en nuestro corazón hasta odio. No le hace bien a nadie. Es mas, lo único que hace es amargarnos la vida y hacernos sufrir.
Nos tenemos que preguntar: ?¿en donde está nuestra integridad?? ¿Por qué integridad? Pues, diario rezo el Padre Nuestro y profeso creer las palabras que dicen: y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Siempre le pido al Señor que me perdone, y nunca dudo que me perdonara, aun cuando lo ofendo todos los días de mi vida, y a veces hasta gravemente. Pero entonces ¿por que puedo, sin vergüenza, pedir perdón por mis pecados contra un Dios todopoderoso, pero yo no puedo ser tan generoso como El y ofrecer mi perdón a alguien por sus ofensas contra mi, un simple ser humano?
Tengo que perdonar. Esto no implica que se me olvida la ofensa o que ya no me duele, pero tengo que perdonar. Solo así, podré perdonar como Dios me perdona. ¡Seamos generosos con los demás, como nuestro Dios es generoso con nosotros!