En las lecturas de este Domingo escucharemos del Salmo 23, “Yo viviere en la casa del Señor todos los días de mi vida.” ¡Que bellas y consoladoras son estas palabras! Si estas palabras son verdad, ¿por qué es que tantas personas le tienen miedo a la muerte? Muchas ni quieren hablar del tema, mucho menos preparase para ella. ¿Por qué? ¿Sera porque no creemos en la vida eterna, o en la inmortalidad del alma, o no creemos en las palabras de Jesús cuando nos dice que hay un lugar preparado para nosotros en el cielo? ¿Acaso dudamos que Jesús conquistó a la muerte por medio de su pasión, muerte, y resurrección?
Si de verdad creemos en estas cosas, entonces ¿para que tener miedo? La única razón de tener miedo es si no estoy preparado para estar frente a mi Señor, tal vez porque estoy en pecado o distanciado de el. En ese caso, en vez vivir con miedo, debo trabajar en acercarme a El. Debo irme a confesar para ser purificado por la Sangre Preciosa de Cristo, debo reconciliarme con mis hermanos, debo buscar purificar mi alma para que mi conciencia esté tranquila. Sobre todo debo frecuentar la Comunión.
Si mi alma esta en paz, no hay cosa que deba asustarme. Si estoy cerca de Nuestro Señor y me dice, “Ven,” voy a ir inmediatamente con gran gozo, sabiendo que El me ama tanto y que tiene un lugar para mi. La muerte de la carne en este mundo es solo el comienzo de la vida eterna, una vida mejor que la de hoy, ¡pues es una vida en una comunión perfecta con nuestro Dios, una vida llena de amor y paz eterna! Nunca debemos tener miedo, pues ¡Cristo siempre esta a nuestro lado!