En el evangelio de este fin de semana escucharemos del evangelista San Juan, “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” ¿Has contemplado qué de verdad significan estas palabras? ¿Te has preguntado si de verdad crees estas palabras?
La mayoría de nosotros reconocemos que somos pecadores. Reconocemos que no somos dignos del amor de Dios, y que no merecemos que Jesús haya muerto por nosotros en la Cruz. Rezamos con fuerza antes de la Comunión, “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa….” Desafortunadamente, aquí es donde nos quedamos atorados. No soy digno, ¿y ahora que?
Nos damos cuenta que es CIERTO que no somos dignos, pero Dios nos ama TANTO que El nos hace dignos. El nos ama tanto que decide mandar a su único Hijo a morir por nosotros. Y tanto nos ama el Hijo, que muere en la Cruz por nosotros, indignos que somos. No está en nuestras manos decidir por El. El a decidido, y a sido Su decisión el amarnos. “Tanto amó Dios al mundo.” ¡Debemos aceptarlo! ¡Debemos acogerlo! ¡Debemos estar llenos de gozo al saberlo! Sí, somos pecadores, pero Dios nos ama tanto que debemos dejarnos caer cada día gozosos a sus brazos abiertos, unos brazos que nunca fallan en abrazarnos, siempre sabiendo que ¡pase lo que pase, Dios nos ama!