Sí rezamos. Sí decimos que creemos que Dios escucha. ¿Aun, de verdad lo creemos? Si de verdad creo, ¿por qué me enojo cuando no recibo lo que pedí? Si de verdad creo, ¿por qué sigo pidiendo lo mismo? Pero nos dicen que pidamos con insistencia, así que debemos pedir por lo mismo, ¿no? Si y no.
Tiene que ver con mi intención. Yo debo creer sin la mas mínima duda que nuestro Señor escucha mis oraciones, y si le da de comer a los pájaros y viste a las flores, ¿cuanto mas no me dará a mi que soy su hijo? A la misma ves, debo pedir sin cesar aunque sea por lo mismo, pero mi intención debe ser como la de Cristo en el Huerto de Olivos: “Señor, si es posible que pase de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.”
Estas palabras de Cristo son nuestro modelo. Debemos pedir sin cesar por lo que CREEMOS es mejor para nosotros, pero debemos CONFIAR en Dios que El nos dará lo que de verdad es MEJOR para nosotros. En otras palabras, aceptamos que no conocemos la mente de Dios o pensamos como El, y aceptamos que a veces las cosas que pedimos no son para el bien de nuestra salvación. Le presentamos a Dios nuestras peticiones, pero entonces nos encomendamos plenamente a El, confiando en Su Divina Providencia. ¡Que bello sentimiento es el saber que estamos en Sus manos, sin preocupación alguna, confiados en nuestro Padre!